“De todas las reacciones posibles ante una injuria, la más hábil y económica es el silencio”, escribió Santiago Ramón y Cajal.
En una oportunidad, una amada hermana estaba realmente fastidiada con ciertas expresiones poco cuidadas de quien le había tocado dar el sermón de esa noche en la congregación. Sus palabras pronunciadas al descuido habían lesionado -aunque en forma muy indirecta- intereses de cierto sector, justamente ese donde ella se hallaba incluida.
En alguna medida tenía razón. A veces uno dice y hace cosas que sin intención alguna lesionan sentimientos e intereses de quienes nos rodean o nos escuchan. Mal que nos pese esto es inevitable. Es parte de la naturaleza caída heredada de nuestro padre natural Adán. Con fe y el poder de Nuestro Amado Señor es posible minimizar o suavizar estas cosas, pero es una realidad que en mayor o menor medida vamos a tener que lidiar toda nuestra vida terrenal con esto.
Cada uno de nosotros a veces está de un lado o del otro en este tipo de situaciones. A veces somos nosotros los que decimos y hacemos cosas que al otro le causan dificultades. Otras veces, en cambio, nos toca estar del lado del que recibe un trato ofensivo.
“Cuando se nos hace daño, queremos que alguien en algún lugar, arregle las cosas. Con frecuencia pensamos que eso significa nosotros. Estamos equivocados”. Escribió John Bevere. Y esta es la realidad de Dios obrando en nuestras vidas. Jesús sufrió un trato espantosamente duro, injusto, despiadado, además de un juicio falaz y mentiroso. No obstante ello, guardó silencio.
La Biblia está llena de enseñanzas como ésta. Ponerlas o no en práctica es precisamente lo que nos hace diferentes. Y es que la forma en que reaccionamos ante una ofensa, habla mucho más de nosotros mismos que del propio ofensor.
“no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”.
(1 Pedro 3:9 RV60)
“La blanda respuesta quita la ira;
Mas la palabra áspera hace subir el furor”.
(Proverbios 15:1 RV60)
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